Hay lágrimas de dolor y amor. Lágrimas de alegría incontenible y de tristeza. Las hay silenciosas, de paz y de ternura. Lágrimas de gratitud por un elogio realizado en el momento preciso. Otras son de esperanza o inocencia. Todas ellas forman un mar de lágrimas.
Mar de lágrimas
Hay lágrimas de dolor y amor. Lágrimas de alegría incontenible y de tristeza. Las hay silenciosas, de paz y de ternura. Lágrimas de gratitud por un elogio realizado en el momento preciso. Otras son de esperanza o inocencia. Todas ellas forman un mar de lágrimas.
Pero también hay lágrimas de vergüenza, de necedad, de desafío, de chantaje, de egoísmo por no haber conseguido lo que quería.
Todavía lloramos. Que bueno que así sea. Las lágrimas rara vez hacen mal. Son siempre una catarsis, una liberación, una forma de decir que nadie es autosuficiente. En esta confesión de franqueza humana se esconde un acto de humildad de quien reconoce que llegó a una encrucijada; y, cuando esto hiere demasiado, los ojos dicen lo que la boca no consigue pronunciar.
Es probable que existan cosas mucho más bonitas que una persona llorando en paz. Pero, después de las siete maravillas del mundo, muy bien se podría proponer como la octava.
De las cosas más bonitas que conozco, una de ellas es la sonrisa de una persona… y otra, la lágrima silenciosa de alguien que desea comenzar de nuevo.
Un monumento a la persona que todavía llora por amor y que además no tiene vergüenza de mostrar que dentro de ella habita un sentimiento noble.
Hay quien llora por cualquier cosa y hay quien tiene vergüenza de llorar, principalmente cuando llorar era la única cosa que podía hacerse.
Autor: Gustavo Chávez Martínez. guscha40@hotmail.com
«Una gota de lágrima es un susurro del alma que clama paz, o que grita de alegría, dolor o soledad. Siempre será un descanso.»
Fco. Armando Payán Guerrero
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