Se encienden las luces de navidad y entonces el hechizo ocurre, se sacude el espíritu y vienen los dulces recuerdos de años venturosos, despierta el niño dormido y la esperanza vuelve a nuestras almas. Una reflexión para esta época en la que, las desavenencias del mundo nos vienen cambiando la vida.
La navidad que viene
Un año más está por terminar y otra navidad vendrá. Aquellas reuniones familiares en torno a la mesa de los abuelos o de nuestros padres han cambiado, ya no son lo mismo. Aquellas eran mágicas, hoy son poco menos que frívolas y llenas de intercambios comerciales, yo te doy, tú me das, lo que sea que se ajuste a una cantidad de monedas.
¿Qué nos está pasando? La generalidad no sería congruente imponerla por el solo hecho de que a mí me pasa. La paz mundial y las enfermedades que han puesto en vilo a ti y a mí si es general, nadie nos salvamos. El ánimo para este fin de año está puesto contra la pared, los demonios vuelan en nuestros cielos antes calmos y llenos de esperanza, esa de la que llenamos nuestras mentes cada vez que la natividad se asoma en nuestras casas.
El nacimiento de un redentor que ocurrió miles de años atrás ha dejado de ser el motivo de la cena de noche buena. El niño que habitaba en nuestro interior se apaga, se enciende el ansía de las compras, de los viajes, de la fiesta desmedida, del hipócrita abrazo y del falaz buen deseo. ¿Acaso es que algo perturba nuestras mentes? ¿Será la guerra entre hombres que no se conocen? ¿Es la enfermedad y su amenaza cotidiana de enfermar nuestros pensamientos? Qué abrumador sentimiento tan nocivo.
Luces que lo cambian todo
Se encienden las luces de navidad y entonces el hechizo ocurre, se sacude el espíritu y vienen los dulces recuerdos de años venturosos, despierta el niño dormido y la esperanza vuelve a nuestras almas. La música de la natividad nos recuerda al menos por unos días que, las borrascas que atormentan nuestras vidas se dejan para otros tiempos, no para la navidad.
El tiempo universal es infinito pero el de sus habitantes apenas un suspiro es, desperdiciarlo en lamentaciones resulta un autoflagelo. La felicidad tan escasa en nuestros días viene a raudales insospechadas cuando se acerca el fin de año. Aparecen en escena aquellos que ya no están y que son parte de nuestros recuerdos, esos muy amados que tienen un lugar en el tren de nuestra vida, que no se van, están presentes cuando se encienden las luces de la navidad.
Canten, lloren, rían que el tiempo se acaba y las navidades por vivir también. Cantaré, lloraré, reiré que mi época también tiene un fin. Derramaré mis excesos de malas vibras en el olvido ocasional para darle paso a los buenos deseos, los verdaderos, los que engaño no son, aquellos sentimientos que nos liberan de un mundo violento y de enfermedades inventadas. Por un tiempo breve al menos seamos felices, lo seré, lo intentaré.
FELIZ NAVIDAD
Por algunos años he podido mantener este blog costeando los gastos que esto implica. Pero en los últimos tiempos se me ha complicado.
Ayúdame a continuar escribiendo con un donativo.
No se encontraron Comentarios