A veces es buena la soledad, dicen algunos y que es mala consejera y cosas por el estilo. Hay épocas del año que son propicias para renunciar a la compañía de quien o quienes sean los que formen parte de nuestro mundo. Cualquier día, cualquier hora o cualquier instante en que uno tenga la seguridad de que el periodo de abandono no será largo.
Los seres humanos no fuimos hechos para vivir solos, no es nuestra condición. Cualquiera que sea el motivo de nuestro aislamiento, siempre habrá palabras que expresar.

SOLEDAD
Miro mi espacio, no te encuentro, intento encontrar la razón de mis miedos, voy desesperando, no hay consuelo. El nuevo día trae nuevos bríos, el canto de los pájaros anuncia que no hay nada que temer, afuera, el bullicio de la calle, el vaivén de los autos y el parloteo de la gente distraen mi soledad. El sol de la tarde se vuelve nostálgico, los sentimientos se agolpan en ese lugar del corazón dónde duele no verte a mi lado, entonces, vienen a mi mente muchas fatalidades, un sin fin de razones para no seguir el camino si no vas conmigo. Se oculta el sol y llega la noche, las páginas de un libro llenan el vacío de mi habitación, una música ligera me acompaña, una cama sin tí y mi almohada, me llevan a ese lugar dónde todo puede pasar, duermo y sueño.
Este es un día de soledad y cómo todo en esta vida, es efímera, no es para siempre. Pasará y vendrán otros tiempos, incluso más terribles, o quizás no.
La soledad vendrá otra vez eso es seguro. Porqué en el panteón, uno está sólo, más no en la otra vida después de esta. Como quiera que sea, he aprendido que hasta de un día de soledad quedan cosas que enriquecen el espíritu. Estoy atesorando el valor de esas personas que son parte del tren de mi vida.
Te extraño, cómo no hacerlo si todos los días de mi vida te he tenido a mi lado, un minuto sin ti, es un eterno día gris, mi sacrificio es una muestra del inmenso amor por quien tanto se sacrificó por mí. ❤
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