Si no fuera porque conozco tan bien al perverso, al instante caería presa de su malévola forma de engañar al incauto. Soy cómo un león. Lo aprendí en las batallas.
Si no fuera porque he aprendido que las palabras de su boca y lengua de serpiente son huecas como su corazón, no podría distinguir la verdadera intención del que tiene máscara de oveja y rostro de bestia infrahumana.
Si no fuera porque he vivido cerca de estos seres sin escrúpulos, hoy seguiría siendo tan ingenuo como la más pequeña de las criaturas de este mundo. Pero caminé al lado de uno, dos o tres de ellos y aprendí a ser cómo un león, bravo en la batalla, dócil en lugares de paz y desconfiado con las hienas.
Por algunos años he podido mantener este blog costeando los gastos que esto implica. Pero en los últimos tiempos se me ha complicado.
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