Amigos falsos: aquí yacen las letras que ustedes me inspiran. Las dedico a esos seres que se subieron por equivocación al tren de mi vida. Hoy los recuerdo ya no con amargura, si no, como un aprendizaje de ese pasado del cual aprendí tanto para desechar amigos.
Un buen día me morí,
y entonces ...
no sé porque levanté mi cabeza
por encima de mi estuche
para muertos,
mi ataúd pues,
o quizás solo era la cabeza
de mi espíritu,
no lo sé a ciencia cierta.
Con tristeza observé la indiferencia de los que en otros años se dijeron mis amigos, esos que visitaban mi hogar, esos con los que bebía la copa, si esos ... Esos con los que reía a carcajadas de nuestras estupideces, esos con los que el cansancio, no era excusa para brindar una y otra vez, si esos ... Algunos de esos amigos, solo pasaban por la morada donde yacía mi cuerpo, y sabiéndose allí tendidos mis despojos, se van de largo, ni un minuto de silencio, ni un "lo siento" para mis deudos, ni siquiera, nada. Algo muy grave debí haberles hecho, algún resentimiento tendrían para mí, sea lo que sea, yo ya me fui, ya estoy en paz, soy luz eterna. Me apenan ellos, que seguirán retorciéndose de amargura, porque quien desdeña la muerte de un amigo, o la de un compañero, o la de un ser que formó parte de uno, en definitiva, les queda lo que resta de sus vidas, para nadar en sus miserias espirituales.
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