Después de mi accidente, volver a la vida normal ha sido muy complicado. Romper la inercia de una calamidad cuesta una inmedible dosis de voluntad. Solo es un pequeñísimo paso para echar a andar un cambio, el cambio que puede ser para mal o para bien.
Hoy he vuelto a echar mano de mi decisión de no permanecer quieto sentado en un sillón, viendo pasar la vida entre letras y pensamientos, mejor le porgo acción al cuerpo para que no dejen de fluir las palabras inquietas que se niegan a quedarse como eternas inquilinas de mi mente.
Una vez más …
¡rompí la inercia!
Por algunos años he podido mantener este blog costeando los gastos que esto implica. Pero en los últimos tiempos se me ha complicado.
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