REFLEXIÓN Y SENTIMIENTOS

TERREMOTO EN MÉXICO

El 19 de septiembre del 2022, el estado de Michoacán en el occidente de México se sacudió con un sismo de 7.7° en la escala Richter. Así viví ese día y la potente replica de 6.9° de los días posteriores.

PODEROSO SISMO EN MICHOACÁN

Como de una novela los hechos del 19 de septiembre. Un terremoto de gran magnitud sacudió nuevamente a México. A las 12:19 pm, en la universidad para la cual trabajo, comenzamos el simulacro que a nivel nacional también se realizó recordando aquella fatídica mañana de 1985. Todo salió bien, directivos, docentes, alumnos y demás personal de la institución, realizamos el protocolo entre bromas y buena camarería. Quien imaginaría lo que venía.

A las 13:05 hrs, comencé a escuchar mucho ruido y advertí que mi computadora estaba temblando. Un terremoto estaba en curso. Tranquilamente me levanté y encaminé mis pasos hacia afuera del laboratorio de electrónica, mi espacio de trabajo. De otras aulas y laboratorios y de forma ordenada, salieron alumnos y mis compañeros docentes, también de manera ordenada tal como lo habíamos hecho unos minutos antes pero ahora, ahora no era simulacro de sismo, era real. En ese momento se vino un movimiento de la tierra más violento. Puertas y ventanas se sacudían con mucha fuerza. El ruido era apabullante. El techo del auditorio se sacudía haciendo un ruido estremecedor. Esto asustó a unos muy pocos estudiantes y se echaron a correr. Los tranquilizamos y logramos salir del edificio y enfilamos hacia un lugar seguro. Ahí aguardamos a que pasara el fenómeno entre miradas incrédulas y piernas temblorosas.

Algunos de nuestros estudiantes sufrieron de crisis nerviosas por lo que fueron atendidos por la Brigada Estudiantil. Un poco más tarde recibí llamada de mi hijo, ya estaba en casa…

— Papá, Don Javier quiere hablar contigo. Hay daños en la casa.

Don Javier es un maestro albañil que por estos días hace trabajos en nuestra casa. A el le tocó la tembladera en nuestro hogar.

— Maestro — así me dice — fíjese que aquí estuvo muy feo. Yo me salí corriendo en cuanto sentí el temblor. Me paré en el jardín frente a su casa y desde ahí, vi cómo se movía. No le miento, parecía gelatina, yo pensé que se iba a caer. Me hinque y rogué a dios por que no se cayera y que ya dejara de temblar.

Me estremecí y un escalofrío corrió por mi cuerpo.

— Espereme ahí Don Javier, voy para allá.

Tome mi camioneta para ir a ver los daños en el patrimonio que tanto esfuerzo nos ha costado edificar. Cuando iba por una avenida del pueblo, justo en el penúltimo tope antes de llegar a la escuela Gudiño, miré mi retrovisor, una camioneta pick up azul de modelo viejo se acercaba a mucha velocidad. En un instante perdió el control, patinó y dio un trompo y se vino contra mí. Pisé el acelerador a fondo y logré esquivar el duro golpe que seguramente me hubiera dado. La camioneta se impactó contra el camellón central y no supe más, yo seguí mi camino.

Ciertamente los daños en mi hogar no fueron estructurales. Sin embargo, nunca había pasado por una experiencia así. Ya hemos experimentado la cantidad de sismos suficientes como para no extrañarse por uno más. Sí, pero hasta ahora, ninguno de esta magnitud.

Los reportes del sistema nacional sismológico de México indicaron que el terremoto tuvo una magnitud de 7.7° en la escala de Richter con epicentro en Coalcomán del estado de Michoacán. Por fortuna, sin los daños y pérdidas de vidas que otros sismos del pasado han causado en nuestra patria. Por la duración no prolongada del movimiento telúrico, el impacto no fue mayor. No así el susto y la angustia por las más de tres mil replicas que han seguido en los días posteriores.

En la madrugada del 22 de septiembre cuando todo mundo dormíamos, una violenta replica nos despertó. Sentí como la tierra se hundía bajo mi cama para inmediatamente sacudirnos en forma ondulatoria. Los miembros de mi familia salimos a toda prisa a la calle, así, en paños menores, no nos dio tiempo para vestirnos. El ruido que hacía la estructura de mi hogar, los objetos cayendo y el crujir de la tierra eran aterradores. Los perros ladrando por todo el pueblo, las estrellas y aquella soledad, fueron testigos de los miedos que infunden estos fenómenos de la naturaleza.

El reporte oficial el sistema nacional sismológico de México indicaron que la réplica tuvo una magnitud de 6.9° en la escala de Richter con epicentro en el mismo lugar, Coalcomán del estado de Michoacán.

Aunque de menor magnitud, la réplica del terremoto origen fue más aterradora que el sismo que la originó. Quizás porque el día 19 no estaba en casa. Quizás porque nos tomó por sorpresa, durmiendo pues.

No podemos obviar los recuerdos que estos acontecimientos nos trajeron a la mente. El gran terremoto de 1985 que causó caos y muerte en la ciudad de México. Lo que muchos ignorábamos es que aquel sismo tuvo su origen en Michoacán. Su magnitud fue de 8.1° con epicentro en la población de La Mira. La duración del sismo no fue de segundos como el de días pasados, fueron minutos eternos según recordamos los que ya teníamos conciencia en aquel tiempo.  

Esto nos tendría que hacer a la idea de que nos seguiremos moviendo por los siglos de los siglos. Tendremos que tomar medidas de precaución para evitar tragedias en el futuro.

Tres de los sismos más poderosos que han sacudido a nuestro país, han sucedido el mismo día de sus respectivos años, el 19 de septiembre: 1985, 2017 y 2022. ¿Casualidad? ¿Caprichos de la naturaleza? o ¿Será que hay una variable desconocida en la ecuación sismológica que los científicos no han descubierto? Por cierto, en dos de los tres sismos referidos, sus epicentros sucedieron en Michoacán.

La angustia de lo impredecible impregnó nuestras emociones. Estos días recién pasados, sacudieron el espíritu de cada uno de nosotros. A algunos con más profundidad y a otros en menos medida.

Hay algo dentro de la tierra que se mueve, se sigue moviendo y lo seguirá haciendo. No queda más que prepararse para el futuro que podría ser mañana, el año que sigue o tal vez en una década. Lo que seguro es, es que ese futuro llegará y no quiero que me tome por el lado ciego. Por los míos, por mí y por lo que me ha costado media vida edificar. En un santiamén, se cae tu hogar, terminas lastimado o en el peor de los casos, pierdes la vida.

Para el recuerdo. 😥

«Los mexicanos tenemos un sismógrafo en el alma, al menos los que sobrevivimos al terremoto de 1985 en el Distrito Federal. Si una lámpara se mueve, nos refugiamos en el quicio de una puerta.»

Juan Villoro

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