A mí me tocó ser papá, la difícil tarea de ser papá. En ocasiones me pregunto ¿por qué no fui mamá? A ellas las aman. Anhelo ser amado de esa manera. Soy el papá, como todos, que está entre el odio y el amor.
LA DIFÍCIL TAREA DE SER PADRE
Papá, una palabra que bien pudiera ser sinónimo de ogro, una palabra que cuando somos niños nos puede causar temor por qué papá significa castigo. A mí me tocó ser papá, el que pone la disciplina, el que dirige el rumbo del barco, el que castiga, el que pone las reglas, el que provee de todo lo necesario para que en la familia no falte nada.
Y entonces ¿puede un papá amar y ser amado como una madre?
Soy papá y por mis hijos seria capaz de luchar a muerte con un oso, de aniquilar a quien tenga la osadía de dañar a mi familia, puedo quedarme sin comer si mis hijos no tienen el suficiente alimento para satisfacer el hambre.
Soy papá e igual que una madre, sufro la ausencia del hijo, lloro en silencio sus dolencias, flagelo mi alma con sus derrotas y sufrimientos. ¿Acaso ésto no es amor?
Soy papá, soy el rudo del hogar, ese es el rol que me tocó para mi vida adulta, pero amo infinitamente a mis hijos aunque ellos no entiendan que ser padre es una difícil tarea.
Sólo el tiempo nos pone en la exacta perspectiva. Un día, uno se da cuenta del importante papel de un padre. Yo soy uno de esos. Hasta que me convertí en adulto pude dimensionar el rol que tuvo mi papá en mi vida. Entendí que lo juzgué terriblemente por muchos años. Pero al final, el tiempo me enseñó que ese es el destino del padre…
Ser el malo en vida y el orgullo del hijo cuando ya está muerto. Entre el odio y el amor es el destino del papá.
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